Daniela Sepúlveda, estudiante de Geología (UNAB), desarrolló su tesis de pregrado con el apoyo de la oceanógrafa Lorena Rebolledo, del INACH, obteniendo valiosa información climática sobre esa zona fueguina tras la Pequeña Edad de Hielo.
Daniela Sepúlveda Arenas tiene 23 años y cursa la carrera de Geología en la Universidad Andrés Bello (UNAB sede Santiago). Su interés por el estudio del clima del pasado la trajo, lejos de su familia y de la capital, hasta el Instituto Antártico Chileno (INACH) en Punta Arenas. Aquí empezó desde marzo a desarrollar su tesis de pregrado denominada “Reconstrucción de los cambios en la paleoproductividad silícea durante los últimos 700 años en el sector de bahía Inútil, Magallanes, Chile”, guiada por la Dra. Lorena Rebolledo, oceanógrafa del INACH.
Este trabajo de paleorreconstrucción se enmarca en el Programa de Cruceros de Investigación Científica Marina en Áreas Remotas (CIMAR Fiordos 25) donde participaron investigadores de la Universidad de Magallanes, Universidad de Antofagasta, Universidad de Talca e INACH. En particular, Daniela evaluó cambios climáticos y ambientales en el sector de bahía Inútil, isla Tierra del Fuego, mediante la recuperación de un testigo de sedimentos que abarcaría los últimos 700 años en el pasado. La extracción del testigo se hizo con el buque oceanográfico Cabo de Hornos en 2019.
El análisis reveló la presencia de una importante concentración de diferentes especies de diatomeas, algas microscópicas que construyen sus esqueletos con sílice (vidrio) y que son consideradas como paleoindicadores capaces de mostrar los cambios en el clima del pasado.
A partir de estas microalgas se pueden conocer las condiciones de un ambiente en una época determinada, saber, por ejemplo, si hubo períodos fríos o de sequía. En este caso particular, las diatomeas que se han hallado en mayor cantidad corresponden principalmente a un ambiente marino bentónico, es decir, del fondo del océano.
Dentro de las principales conclusiones de su investigación, Daniela señala que “detectamos un peak de esqueletos de estas diatomeas que se podría relacionar a un ambiente más cálido ocurrido después de la Pequeña Edad de Hielo y, por ende, vinculado a un mayor derretimiento de los glaciares, con mayor aporte de cadmio y hierro al fondo marino, los cuales actúan como micronutrientes y contribuyen a que exista una mayor abundancia de diatomeas.”
INACH, un espacio para la ciencia joven
Daniela tuvo la oportunidad de trabajar con la Dra. Lorena Rebolledo, especialista en estudios de diatomeas y quien le dio la oportunidad de realizar esta tesis. “Le escribí porque me interesó su área de investigación; es la misma que me gustaría seguir y, por qué no, en la Antártica”, contó Daniela.
Para ella, su experiencia en Punta Arenas ha sido gratificante, encontrando una ciudad muy diferente a Santiago. Destaca el apoyo que ha tenido del equipo de investigadores e investigadoras y de las oportunidades que se abren en INACH, ya que “el estudio que estoy desarrollando con diatomeas es muy interesante; en mi carrera no se ven mucho estos procedimientos, estoy ganando más experiencia y conociendo más análisis”, mencionó.
Por último, dejó un mensaje para otros y otras estudiantes que quieran hacer su tesis en temáticas antárticas y subantárticas: “La zona austral de Chile es un laboratorio natural donde aún queda mucho por conocer y sería ideal que se sigan abriendo espacios para los investigadores jóvenes que recién comienzan su carrera científica”, indica.
El INACH es un organismo técnico dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores con plena autonomía en todo lo relacionado con asuntos antárticos y tiene entre sus misiones el incentivar el desarrollo de la investigación científica, tecnológica y de innovación en la Antártica, el fortalecimiento de Magallanes como puerta de entrada al Continente Blanco y promover el conocimiento de las materias antárticas a la ciudadanía.