El estrés se ha convertido en un mal común en la sociedad moderna. Más allá de sus efectos emocionales, múltiples investigaciones han demostrado que también debilita el sistema inmunológico, aumentando la vulnerabilidad a enfermedades.
Cuando una persona se expone a estrés prolongado, el cuerpo libera hormonas como el cortisol en exceso. Este desequilibrio afecta la producción de glóbulos blancos, que son los encargados de defendernos de virus y bacterias.
Los especialistas advierten que el estrés crónico puede estar detrás de resfríos frecuentes, problemas digestivos e incluso el desarrollo de enfermedades autoinmunes.
Para contrarrestarlo, se recomienda integrar hábitos saludables como la práctica regular de ejercicio, técnicas de respiración, meditación o hobbies que generen placer y relajación.
En definitiva, cuidar la salud mental no es solo un tema emocional: es también una estrategia clave para mantener fuerte y activo nuestro sistema de defensas.