El parkour se ha convertido en un deporte urbano que combina fuerza, agilidad y creatividad. Los practicantes, conocidos como traceurs, saltan, trepan y corren sobre obstáculos cotidianos como barandillas, muros y tejados, convirtiendo la ciudad en un gimnasio gigante.
Este deporte no solo requiere habilidades físicas, sino también concentración mental. La planificación de movimientos y la anticipación de riesgos son clave para evitar lesiones.
Estudios recientes muestran que practicar parkour mejora la coordinación, la resistencia cardiovascular y la flexibilidad. Además, fortalece la autoconfianza y la percepción espacial.
En algunos países, el parkour ha sido incorporado en programas educativos y terapéuticos, ayudando a jóvenes a canalizar energía y creatividad de manera positiva.
Más que un deporte, el parkour es una filosofía: aprender a superar obstáculos, físicos y mentales, adaptándose al entorno de manera fluida e innovadora.